lunes, 15 de enero de 2007

Yo soy el alcohol

Órale, ahora hasta periodistas como Tomás Mojarro le entran al tema. Ya era hora que por ahí a los informadores les caiga el veinte que hay que hablar sin tapujos de esto. Ojalá y les lata, lo que encontramos esta semana en la red.

Clasificado en Fabulillas por elvaledormx el Miércoles 10 Enero 2007 a las 8:28 pm

Yo coloco un velo sobre los ojos y la conciencia de mis vasallos. Yo, el alcohol, hago que el crimen se minimice como “simple venganza”, y como hermoso pasatiempo la abyección, y como entretenimiento el adulterio, y la inmoralidad, y el delirio, el horror, la locura, la muerte…

Mis valedores: este es el fin. Aquí terminan los tres artículos que les proporciono con ánimo de que sirvan a algunos de ustedes como parámetro para que se evalúen frente al alcohol, y midan las consecuencias. Iniciado anteayer, con el presente finaliza la serie de colaboraciones que ojalá todos ustedes, en vez de desecharlos tras de leídos, quieran conservarlos y a modo de medida preventiva los den a conocer a sus familiares, amigos, en fin. Porque esto del alcoholismo en nuestro país es todo un problemón que origina lo mismo cirrosis que accidentes de tránsito y aquí desavenencias familiares y allá hechos de sangre, de prisión, de muerte. Esto, claro, ya ustedes lo saben, y si hablo de manera tan extensa del licor es porque tal azote se agrava con “festividades” como las de pre-posadas, posadas, Navidad y fin de año, cuando se registra, según reportes del Seguro Social, “un consumo inmoderado de alcohol”, sobre todo en los jóvenes. Funesto. Aquí finaliza la enumeración del proceso de deterioro paulatino y derrumbe final del enfermo, desde el momento del brindis primero, cuando se inicia en el licor, hasta que la botella termina con la vida del desdichado que no supo detenerse a tiempo. Para que sirva de parámetro a tantos, el paso del número 33 hasta el inevitable final:

33.- Disminución de las capacidades mentales. Las neuronas del cerebro, únicas del organismo sin capacidad de reproducción, mueren por millares, deteriorando así la capacidad mental del enfermo. 34.-Psicosis alcohólica. Enfermedad mental, angustia, ansiedad, inseguridad, miedos, alucinaciones. 35.- El enfermo bebe con personas socialmente inferiores. Con el afán de sentirse “superior”, busca la compañía de personas que han caído del todo en la miseria moral y material. 36.-Consumo de productos industriales, altamente tóxicos: alcohol metílico, bario, etcétera. 37.- Disminución de la tolerancia al alcohol. El organismo se va minando, y ahora el enfermo se embriaga con poco alcohol que consuma El organismo sigue y sigue minándose hasta terminar en un desecho físico.

38.- Temores indefinibles, delirio de persecución. El bebedor sufre dudas, sobresaltos, miedos terribles a causa de su angustia, sentido de culpabilidad, remordimientos. 39.- Temblores persistentes. En su camino hacia la muerte, el sistema nervioso del bebedor depende de su bebida Cuando le falta, la demanda a gritos. Temblores persistentes. 40.- Inhibición psicomotora. Locura El enfermo ya no logra ejecutar una maniobra tan simple como darle cuerda a su reloj, si aún lo trae, y si aún es de cuerda No puede apretar una tuerca Aunque quisiera trabajar, ya no puede. 41.- El hecho de beber adquiere un carácter de obsesión. El alcohol se ha apoderado de la mente del enfermo. Para conseguirlo y seguir bebiendo es capaz de robar y aun sufrir las peores humillaciones. 42.- Vagas aspiraciones religiosas. Búsqueda de algún “oasis” espiritual. 43.- Todo el sistema de racionalizaciones fracasa Si se le llega a preguntar “¿Usted por qué bebe?” trataría de contestar con algún pretexto, pero finalmente tendría que responder: “No sé por qué bebo…”

44.- Hospitalización definitiva Si logra ser aceptado en un hospital, ahí pasará sus últimos días, abandonado por los suyos y totalmente desprestigiado. 45.- Pérdida de la vida en un hospital, o por accidente automovilístico, o a causa de algún delito que cometió en estado de embriaguez, en la cárcel. Lo afirma algún vago organismo que intenta enfrentar el problema del alcoholismo en nuestro país:

Gobierno, diputados y senadores tienen en el olvido este gran problema de salud que sufren millones de mexicanos, y no legislan sobre el alcoholismo como enfermedad con base en la creación de leyes que controlen y regulen la producción y distribución del licor para consumo humano…

A modo de conclusión, el Testamento del alcohólico: “Dejo a mis padres un dolor que no sé cómo podrán soportar en su vejez. Dejo a mis hermanos toda la vergüenza y el pesar que les causé con mi manera de beber. Dejo a mi esposa un corazón quebrantado y una vida de miseria, y a cada uno de mis hijos pobreza, ignorancia, embrutecimiento y el triste recuerdo de que su padre murió víctima del alcohol. Dejo a la comunidad un carácter detestable, un ejemplo funesto y una memoria odiosa”.

Ustedes mis valedores, buenos católicos en su aplastante mayoría, ¿cómo festejaron la Navidad? ¿Cómo celebraron el nacimiento de Jesús el Cristo? Y el Año Nuevo, ¿cómo lo recibieron? ¿En su juicio cabal o…? En fin. Salucita (Ah, México…)

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